Quedan tan solo dos días para que finalice la vigésima Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, COP-20 y no hay previsiones de que sus conclusiones finales vayan a romper la trayectoria de los últimos años. Nuestro modelo de desarrollo se ha demostrado fallido y lo que es peor, tremendamente perjudicial para la vida. Sin embargo, la mayor parte de los líderes que gobiernan el mundo siguen sin salir del agujero, sin dar un paso al frente, sujeto su pensamiento y su acción a los intereses de unos pocos, de los más poderosos, de los que solo piensan en su beneficio propio. Lo verdaderamente triste es que con su mirada equivocada y con su no acción, nos están empujando a los demás a ese mismo agujero.
La utilización de los combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas) amenaza nuestro futuro pero además, está teniendo ya graves consecuencias en nuestro presente. Cada año numerosas poblaciones sufren los efectos devastadores del cambio climático, en forma de tifones, inundaciones, etc. “Es el momento de responsabilizar a las compañías de combustibles fósiles que utilizan nuestra atmósfera como inodoro y garantizar que los principales países emisores se comprometan con metas ambiciosas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero», en palabras de Tatiana Nuño, responsable de la campaña de cambio climático en Greenpeace España y presente en esta cumbre.
Hay movimientos, iniciativas y hasta intentos desde la política de dar un giro completo, cambiar las cosas y ahí debemos implicarnos todos. No podemos proteger el medio ambiente si no profundizamos en nuestro comportamiento económico y si no ponemos en esa perspectiva que la tierra no es ilimitada, es finita y sus recursos también. Tiene una tremenda capacidad de recuperación, cierto, pero si nuestro comportamiento no es responsable tocaremos los límites.
Hace unos pocos meses el equipo que encabezaba la UE, presentaba una serie de medidas con fuerte implicación en nuestra economía: acabar con los vertederos convencionales, reciclar el 80€ de los envases que generamos y el 70€ de los residuos que producimos, etc. Todo parecía indicar que finalmente formarían parte de una estrategia encaminada a proteger nuestro medio ambiente, sin embargo, el cambio en la presidencia de la UE ha relegado a un segundo o tercer plano todas estas iniciativas. ¿Hasta cuándo?